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El tío Tragaldabas

Redacción revista eSmás |

Te explicamos el origen de Tragaldabas
El tío Tragaldabas


Hace 75 años que, durante las Fiestas de Valladolid, un curioso familiar asusta a todos con su enorme boca se traga a quien se porte mal. Hablamos, por supuesto, del Tío Tragaldabas. Pero, ¿sabes cuál es su origen? Todos hemos usado alguna vez la palabra tragaldabas para hablar de alguien que come mucho, y está claro cuál es su origen etimológico: viene de tragar y aldaba, una pieza de hierro que se ponía en las puertas de las casas para llamar golpeando con ellas. Las primeras menciones a esta palabra aparecen entre los siglos XVI y XVII, en el periodo conocido como Siglo de Oro. Fue en 1739 cuando el Diccionario de Autoridades incorporó el término como “La persona que come mucho, ò es mui tragón”. En 1925, el diccionario de la Real Academia Española cambió el significado por “persona muy tragona”.

 

Ese es el origen de su nombre pero, ¿y el de la tradición? Realmente, la presencia de gigantes en las fiestas de toda España tiene origen celta. Con los siglos, fue cristianizada en torno a la figura de San Cristóbal y se extendió por el norte de España hasta llegar al Mediterráneo. Acabó siendo habitual en las fiestas del Corpus Christi, aunque empezó a decaer cuando Carlos III subió al trono, pues los consideraba irreverentes.

 

En Valladolid, fue en 1946 cuando el Ayuntamiento tomó la decisión de incorporar a los gigantes y cabezudos que hacían su aparición en las fiestas de la ciudad una figura lúdica a imagen y semejanza del Gargantúa de Bilbao. Este es un muñeco de grandes dimensiones que, con la boca abierta, se traga a los niños para expulsarlos después por un tobogán. Le encargaron el proyecto a Teodoro Rivera, que se inspiró en el folklore castellano y bebió de obras como el cuento infantil de “El Zamparrón” o “La Zarrampla”, que se contaba a los niños que no querían dormir por las noches.

 



 

El cuento narra la historia de un gigante que vivía en una bodega y que se comió a tres niñas al bajar estas al sótano a por la merienda de pan con miel que les daba su abuela. A pesar de advertirles de que no se acercasen, lo hicieron y se las comió. La abuela, desesperada al descubrirlo, consigue salvarlas con la ayuda de una hormiga que, según las versiones, le muerde, le pellizca o incluso le entra por un oído para ayudar a las niñas a escapar. También hay versiones en las que se come a más personas antes de que las libere la hormiga, como un aceitero, un pimentero, unos guardias civiles, un molinero, un rebaño de ovejas e incluso un batallón de soldados.

 

"La primera vez que salió fue en 1946"
 

La figura original fue realizada por el escultor González Pintado, en colaboración con Julián Moreno con la escayola y Luis González con los elementos de cartón piedra. Por otro lado, la plataforma en la que se asienta, que antaño era tirada por bueyes, fue realizada por Lucio Martín, el tobogán por Tomás Ruiz y la capa la hizo Casa Castilla.

 

La primera vez que salió el Tío Tragaldabas a la calle fue el 15 de septiembre de 1946, causando mucho miedo entre los más pequeños, un miedo que pronto se convirtió en placer al descubrir que podían disfrutar con ese gigante de cara malhumorada. Ese fue el inicio de la historia de uno de los personajes más famosos de Valladolid que ha sido disfrutado por generaciones de pucelanos.

 

Aunque la figura que sigue saliendo a la calle todos los años por estas fechas es la original, la realidad es que la climatología adversa ha producido estragos sobre el gigante, lo que hizo que hubiera que restaurarlo por completo en 1992, año en el que el Tragaldabas no salió “por estar enfermo”. En ese año el Ayuntamiento decidió hacer una réplica del gigante con forma femenina. Fue así como nació la Tía Melitona, nombre inspirado en una popular jota castellana, que tardó cuatro meses en fabricarse en la Casa de Oficios de la Madera y se dio a conocer en las fiestas de San Pedro Regalado de ese mismo año.

 

Desde entonces, ambas figuras crean una peculiar pareja que recorre las calles de la ciudad intentando saciar su voracidad. Y son cientos los niños voluntarios para entrar por su boca y deslizarse por el tobogán hasta el suelo. Poco ha variado con respecto a las figuras originales más allá que su vestimenta, que se cambia cada pocos años. Como curiosidad, decir que la capa del Tragaldabas mide 40 metros de largo por tres de ancho y los faldones de Melitona llegan a los 20 metros de largo por tres de ancho. ¡Ahí es nada!

 

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