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Entrevista a Fernando Cayo, actor de cine, teatro y televisión

Carolina Laherrán |

"De mis años en Valladolid tengo muchos recuerdos bonitos”. Estudiante brillante en el colegio La Salle, fue allí donde se dio cuenta de que lo suyo era actuar. Fue el grupo de teatro de este colegio el que le motivó a escoger ese camino. “Con 8 o 9 años entré en el grupo de teatro que llevaba el Hermano Antolínez y donde coincidí con Jorge Calvo, con el que compartí pantalla en la Serie Manos a la obra unos cuantos años después. Recuerdo esa etapa con mucho cariño”.
Entrevista a Fernando Cayo, actor de cine, teatro y televisión

Puntual a nuestra cita bajo la estatua del Conde Ansúrez de la Plaza Mayor de la ciudad donde nació y se crió, aparece Fernando Cayo. Actor y director vallisoletano que lleva décadas dedicándose a su pasión: la interpretación. Sus últimos papeles no hacen más que reafirmar su carrera. A su reciente participación en la última temporada de la exitosa y reconocida serie La casa de papel como el Coronel Tamayo, se une en estos momentos el rodaje de la película Hasta el cielo, en la que trabaja junto con Luis Tosar y Miguel Herrán. Apenas tiene tiempo libre desde hace años. En teatro, lleva meses recorriendo el país con la gira La culpa, sumando un título más al sinfín de interpretaciones en este campo desde hace décadas. De manera simultánea, en la actualidad, coproduce un documental sobre la historia de los servicios de inteligencia y espionaje en España. Cine, teatro, series de televisión…un curriculum al alcance de muy pocos. Pero todo este éxito tuvo su comienzo años atrás.

Estudiante brillante en el colegio La Salle, fue allí donde se dio cuenta de que lo suyo era actuar. Fue el grupo de teatro de este colegio el que le motivó a escoger ese camino. “Con 8 o 9 años entré en el grupo de teatro que llevaba el Hermano Antolínez y donde coincidí con Jorge Calvo, con el que compartí pantalla en la Serie Manos a la obra unos cuantos años después. Recuerdo esa etapa con mucho cariño”. No duda en afirmar que Valladolid siempre ha sido un caldo de cultivo muy importante de artistas a pesar de la fama de “fríos” que caracteriza a los vallisoletanos. “Esto va por compensación, para poder mostrar algo actuando tienes que guardarte algo. Si eres muy extrovertido en tu vida privada llegas al escenario y poco tienes ya que mostrar. Los mejores actores suelen ser gente más bien reservada.”

Vuelve a Valladolid varias veces al año y no duda en atender a todos los medios locales que quieren hacerle una entrevista. Tras una agradable toma de contacto, comenzamos con las preguntas.


¿Cuál ha sido tu secreto para alcanzar el éxito en un mundo tan complicado como el de la actuación?

Pues hay que trabajar mucho, pero sobre todo es una cuestión de voluntad. Cuando uno siente una vocación profunda por algo, lo que sea, uno tiene que tirar por ahí. Yo siempre he notado que la interpretación era como un imán para mí, algo que me atraía. Según me fui metiendo en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid y después, continuando con mis estudios en Italia, lo corroboré. Era lo que más feliz me hacía y decidí lanzarme e ello estudiándolo en profundidad. De hecho, sigo estudiándolo porque considero que la formación es clave. Te da libertad para tener diferentes registros.

¿Qué opinión te merecen los actores que lo son sin haber recibido una formación previa?

Cada uno tiene que tomar decisiones respecto a su vida, la mía ha sido formarme, pero yo no te voy a decir si esto es bueno o es malo. No soy juez de nadie, a mí mi ser interno me ha pedido formarme para tener una vida personal y profesional más plena. Si hay alguien que lo que quiere es salir de tronista y luego hacer una serie, pues él verá lo que hace.

Te pregunto esto porque sé que además de haberte preocupado por formarte junto a los mejores durante años, eres también formador de actores, ¿por qué lo haces cuando, precisamente, el tiempo no te sobra?

Es algo que me gusta mucho. Además, si quieres, intelectualmente es devolver un poco lo que otros maestros te han dado a ti. Me gusta tanto hacerlo que cuando puedo y tengo tiempo no dudo en organizarlo. Me encanta ver a la gente joven cómo trabaja, bueno, y a los no tan jóvenes, que también se forman. Me gusta ver la creatividad de la gente, la energía, que es lo que me mueve. Es muy entusiasmante para mí.

Has hecho teatro, cine, series de televisión… ¿con qué te quedas?

Me quedo con todo, no tengo porqué elegir. Es como cuando te preguntan por la película que más te gusta. ¡Llevo 51 años haciendo películas, cómo me pides que me quede con una! Me gusta el teatro, el cine y la televisión. Me gustan los proyectos buenos, los papeles buenos que me supongan un reto y que sea con un equipo potente de los que pueda aprender, tanto delante como detrás de las cámaras. Porque a veces se obvia, pero detrás de las cámaras hay gente muy talentosa trabajando, como por ejemplo en el caso de La casa de papel, la segunda serie más vista en el mundo en la actualidad. El talento de todo el equipo es lo que ha hecho que se haya convertido en un fenómeno mundial.




Has recibido diferentes premios y nominaciones durante tu carrera, en esto sí que quiero que te quedes con alguno…

Me quedo con uno que me hizo mucha ilusión que fue el premio “Actor Siglo XXI” que me dieron en el Festival de Medina del Campo hace unos años, aquí en la tierra. Era un premio no por lo que habías hecho, sino por lo que ibas a hacer. Eso me pareció muy bonito, es un acto de confianza, como un cheque en blanco. Te damos un premio porque sabemos que lo vas a hacer bien en un futuro. Eso es algo fabuloso. Y me quedo, por supuesto, con todos los que tienen que venir, que espero que sean los más grandes.

Y seguro que vendrán porque lo tuyo en cuanto a trabajo es un no parar…

Bueno, me dedico a esto, si no trabajara sería un problema. Creo que es importante que la gente sepa que esto es un trabajo. Que tiene una parte de artesanal, pero es un trabajo. No estamos en las alfombras rojas todos los días. Hay que mover proyectos, generar cosas… Hay que estar vivo.

Nombras las alfombras rojas, ¿Qué tal llevas esa parte?

Bueno, es una parte de mi trabajo que no me molesta en absoluto. Hay veces que es más agradable y otras veces menos, pero hay que atender. Yo atiendo a toda la prensa absolutamente porque creo que forma parte de esto. Las alfombras rojas a veces son muy placenteras y otras veces son más trabajo. Cuando tienes 20 entrevistas en un mismo día en época de promoción acabas que no sabes ni cómo te llamas, pero es muy divertido. Además, estas cosas te ponen en contacto muy directo con un montón de fans que te muestran su cariño y eso está muy bien.

En tu caso has trabajado también como director, ¿Qué te gusta de esta parte?

He dirigido dos cortos y varias obras de teatro. En el caso de los cortometrajes es una labor ingente porque en alguno de los casos he dirigido, escrito el guión, lo he coproducido y lo he actuado, y no son cortos pequeños. No hablo de los cortos que ahora se estilan mucho que tienen plano y contraplano. Te hablo de un trabajo de más de 50 personas. Uno de estos cortos tenía más de 40 localizaciones en Segovia. Aquí en España todo lo que tiene que ver con la creatividad y lo audiovisual es un lujo. La gente está en otro punto. Nos faltó la revolución cultural que sí que hubo en el resto de Europa y siempre vamos un poquito por detrás. Lo que en otros países es lo normal y lo básico, aquí no llegamos. Es por esto que producir un corto en España es una labor titánica.

¿Y Cuál es la solución a eso?

La solución pasa primero por una solución política, tiene que haber una revolución cultural y educativa para que dejemos de ser solo un país de servicios y pasemos a ser un país de gente creadora. Capaces lo somos, de hecho hay un montón de genios científicos, artistas, músicos, bailarines y directores de cine que están trabajando fuera. Muchos talentos españoles han estado trabajando en Los Ángeles en los mejores estudios, como por ejemplo J. Bayona, que ha dirigido la última película de Parque Jurásico. Somos capaces de hacer cualquier cosa. Los que tienen que poner las cosas fáciles son la gente que está en los gobiernos locales, regionales y nacional. Tienen que promover la investigación y el desarrollo, promover la cultura y la educación. Sin educación no hay nada, solo un país con emigrantes que van a trabajar fuera. Cuando tengamos unos ciudadanos con una cultura y educación más potentes todo será mucho más fácil.

¿Es por tanto la cultura una de las grandes olvidadas?

Es una consecuencia. No solo vamos mal en eso. El tener una carencia educativa y cultural hace que tengamos un nivel medio de muchas cosas. Por eso, España es fundamentalmente un país de servicios y turismo. Aunque es cierto que cada vez hay más gente creadora.
 

Hablando de creadores, tú también eres músico y compositor…

Todo lo que tiene que ver con la creatividad me interesa. Yo siempre lo he visto como una sola cosa. Cuando estoy preparando un papel para una película yo siempre busco las músicas relacionadas, las películas de referencia… La música me ayuda mucho. Es que la música es todo, los grandes científicos de la humanidad han dicho que el universo es frecuencia y vibración y eso es lo que es la música.





Cambiando de tercio, volvamos a tu vida en Valladolid, a tu infancia. ¿Hasta qué edad estuviste aquí?

Estuve en Valladolid hasta los 22 o 23 años, época en la que empecé a trabajar ya entre Madrid y Valladolid. Estuve una temporada yendo y viniendo porque hacía El Barbero de Sevilla con Producciones Rayuela aquí en Valladolid y El problema de Emery, que fue uno de los primeros monólogos que hice. A la vez estaba trabajando con Teatro Guirigai, que era una compañía madrileña con la que hacía teatro de calle por todo el mundo. Poco a poco me fui quedando más en Madrid

¿Qué recuerdos tienes de esos años vallisoletanos?

No sé, son muchísimos. Toda la infancia con mis hermanos y mis padres yendo los fines de semana al Pinar de Antequera, también está en mis recuerdos el Colegio La Salle, en el que entré con 5 años y del que salí después de hacer COU con experiencias maravillosas a nivel educativo y cultural. Mis compañeros, los primeros amores… Son muchas cosas… La escuela de teatro, que fue un gran descubrimiento en mi vida. El salir a tomar unos vinos con los amigos… en fin… tantas cosas… De mis años en Valladolid tengo muchos recuerdos bonitos.

¿Tienes un lugar favorito?

Bueno, quizá el Pasaje Gutiérrez es uno de los que más me gusta. Es un sitio muy especial. La Plaza del Viejo Coso es un lugar muy particular también… El Campo Grande… Son tantos los sitios que se me vienen a la mente… La zona del Colegio de San Gregorio o San Pablo, esa zona es muy bonita también.

¿Vuelves con frecuencia?

Bueno, mínimo 2 o 3 veces al año. Normalmente para trabajar vengo una vez al año seguro. Y luego, para ver a la familia, suelo venir en Navidades y en verano también.

Sé que tienes una hija de 14 años, ¿ella conoce bien Valladolid de tu mano?

Claro. Bueno, nosotros vivimos en el campo en una zona fuera de Madrid y su vida es otra, sus amigos están donde vivimos y su vida también. Pero ella viene a Valladolid para estar con sus tíos siempre que puede.

¿Cómo es el público de Valladolid?

Depende del teatro en el que estés, del día en que vengas… depende de muchas cosas. El teatro es como un ser vivo tomado en su global. Yo aquí he estado actuando en bares hace muchos años, cuando hacia espectáculos de comedia y el público era súper entusiasta. Ahora, si me dices que vas a actuar en un centro cultural un día de diario a las seis de la tarde pues seguramente tengas poco público y te vaya mal. Pero yo, las últimas veces que he estado en el Teatro Calderón con El Príncipe de Maquiavelo, por ejemplo, llenando, con la gente puesta en pie al final y con un aplauso súper cariñoso… pues qué te voy a decir. Recuerdo un público fantástico. Normalmente, cuando tienes un buen espectáculo la gente funciona muy bien.

¿Le emociona más a un actor que le aplauda la gente de su tierra?

Claro que sí porque se juntan muchas cosas. Yo cada vez que he actuado aquí me he imaginado que mis padres, que ya fallecieron hace tiempo, estaban allí viendo el espectáculo. Cuando van mis hermanos te une algo muy potente, claro que sí. Ahora, lo que ocurre, es que cuando estás actuando no piensas en nada de eso porque tú estás concentrado en tu trabajo, que es hacer tu papel.

¿Cómo se ve Fernando Cayo dentro de 20 años?

Me gustaría verme haciendo cosas entre EE.UU. y Latinoamérica, con una carrera más proyectada internacionalmente y seguir haciendo cosas aquí en España. Eso es lo que me gustaría. Ya he hecho cosas fuera, porque hice una película con Ridley Scott, titulada The Counselor, y una serie para la BBC que ha ido muy bien. Pero me gustaría que eso fuera más habitual y seguir haciendo teatro, porque eso siempre me ha gustado. Mi idea es seguir combinando teatro con cine y televisión.

¿Los actores no se jubilan?

A mí me gusta mucho esto, si realmente tengo proyectos que me entusiasmen seguiré disfrutando.

Con esta certeza sobre su amor a su profesión y sus ganas de seguir sin importar los años, acaba nuestra charla. Amable, se despide de todo el equipo y se pierde entre la gente que pasea por Valladolid. Cuidad que le vio nacer y en la que se le nota cómodo. Igual que cuando actúa. Y es que Fernando lleva a Valladolid en la sangre y también la interpretación. Una disciplina que le hizo irse lejos hace años, pero que de vez en cuando le devuelve a su ciudad para subirse a alguno de sus escenarios.



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