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La invasión musulmana en Valladolid.

Redacción revista eSmás |

Dentro de la larga historia vallisoletana no podemos olvidarnos de un simbólico episodio que ha dejado su huella en la provincia: la Invasión Musulmana del año 712
La invasión musulmana en Valladolid.

Aunque fue una estadía simbólica, puesto que los continuos enfrentamiento con los cristianos provocaron la ausencia de un asentamiento estable, su presencia marcó un antes y un después en la cultura de la zona. Debido a esta razón no quedan muchos restos arqueológicos de la época de Al-Andalus en la provincia, pero sí un legado histórico digno de estudiar.

 

La rápida conquista musulmana

 

La entrada de los musulmanes en la península se produjo con el desembarco en Gibraltar (Yebel Tárik), el 27 de abril de 711. Con un ejército de 9.000 hombres a las espaldas, los musulmanes vencieron a los visigodos y dieron muerte al rey Rodrigo en la batalla de Guadalete.

La conquista musulmana fue rapidísima y la capacidad de arrase fue abrumadora. Mientras que los romanos tardaron 200 años en ocupar la península, los musulmanes fueron capaces de expandirse en menos de 10 años.

Aunque llegaron al Duero tan solo un año después de entrar en la península, se limitaron a establecer campamentos temporales para profundizar sus incursiones militares (llamadas razias o aceifa) contra los reinos cristianos del norte. Según se acercaba la Reconquista, el territorio que hoy ocupa la provincia de Valladolid se fue convirtiendo en un campo de batalla, una trinchera fronteriza que separaba a musulmanes y cristianos.
 

 

El Desierto del Duero durante la invasión musulmana

Mientras tanto, la población autóctona fue emigrando al sur huyendo de la zona conflictiva donde se asentaron árabes y bereberes, pero también de la hambruna y de las sequías que por aquella época azotaba la región.

Incluso se especuló durante años que el reino cristiano de Asturias inició un despoblamiento masivo en el norte de la cuenca del Duero a la que se llamó "Desierto del Duero", con el fin de dificultar una invasión.

No obstante, el despoblamiento del área vallisoletana no fue extremo. Durante los siglos VII y IX pervivió en esta zona una sociedad invertebrada y activa, formada por comunidades con identidad suficiente como para asentar los poderes políticos que dieron carácter fronterizo al valle del Duero en el siglo IX.

Alfonso I de Asturias, aprovechando la rivalidad entre las mencionadas etnias, consiguió llegar hasta Simancas, que hasta el siglo XII sería la capital del territorio vallisoletano. Durante el siglo X se ordenó la repoblación de ciudades fronterizas que se hallaban «desiertas desde antiguo», entre ellas Simancas, que pasó ser un antiguo poblamiento prerromano y romano para convertiste en importante enclave defensivo. Valladolid también fue repoblada por el conde Pedro Ansúrez en el año 1072, encargo que fue ordenado por Alfonso VI como parte de su estrategia del repoblamiento de la meseta.

A pesar de los esfuerzos, las campañas de Almanzor en el valle del Duero impidieron la consolidación del proceso repoblador hasta el siglo XI en este territorio fronterizo.

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