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Consejos para una cena de Navidad perfecta

Redacción revista eSmás |

Si te has ofrecido como anfitrión para la cena de Nochebuena
Consejos para una cena de Navidad perfecta

Si te has ofrecido como anfitrión para la cena de Nochebuena, es normal que seas un manojo de nervios. No todos los días se convoca a la familia alrededor de la mesa para celebrar una de las fiestas que mejor simbolizan la alegría. Si no quieres que las caras de felicidad se conviertan en caras largas, he aquí una serie de consejos a tener en cuenta.

Di no a la improvisación
Ni si organizas un cóctel previo, ni en los aperitivos, ni en la cena propiamente dicha. No tener las cosas pensadas de antemano suele ser el blanco perfecto para cometer errores imperdonables. Recuerda que las prisas son el mayor enemigo del ser humano y piensa bien lo que vas a hacer. No es lo mismo solucionar un imprevisto que irse de valiente y conseguir el efecto contrario al deseado.

Pero tampoco lo pienses demasiado

En el extremo contrario, dar rienda suelta y sin filtro a nuestra imaginación puede crear maridajes extraños y experimentos que nos pueden parecer muy bien en la cabeza pero no resultan en el plato. Recuerda además que probablemente estarás sentado en una mesa con gente que posee paladares muy distintos. Intenta ir sobre seguro e incluso apuesta por lo que ya te haya funcionado anteriormente. Quizás será mejor que dejes la invención para otro momento donde haya menos riesgo.

Menos es más (en casi todos los sentidos)

Tanto en el menú como en la decoración de la mesa (y de ti mismo), recuerda que lo peor que puedes hacer es guiarte por la sobrecarga. Ni tu familia ha salido de un banquete romano ni son una pandilla de urracas a las que impresionar con decenas de objetos brillantes. El exceso de decoración no solo puede resultar hortera, sino que además será un impedimento para la socialización y para el disfrute de la comida. Por otra parte, tampoco se debe cocinar como si nadie hubiese probado bocado en días. Ni una comida que parezca de dieta, ni tampoco una invitación al empacho: encontrar un punto medio es algo que no debes perder de vista. Eso sí, que esté rico, porque entonces solo conseguirás que se levanten y cojan lo primero que vean en la nevera. Por último, deja el traje o el vestido de gala en el armario. Las excentricidades, mejor atrasarlas hasta Nochevieja donde, gustos aparte, serán mejor recibidas.

Ten en cuenta las necesidades especiales

Seguro que te ha pasado alguna vez: has invitado a alguien a comer o a cenar y no has reparado en que es celíaca, no puede tomar sal o demás restricciones ligadas a su salud o su estilo de vida. Antes de elaborar el menú haz una radiografía de las particularidades de cada comensal e intenta hacer algo que pueda contentar a todo el mundo y, si no fuese posible, ofrece alternativas que no te hagan la vida imposible en la cocina. Esto también aplica a tu forma de tratar con los niños. Lo peor que puedes hacer es obligarlos a comer o a permanecer con los adultos cuando podrían estar jugando tranquilamente una vez hayan terminado.

Cuida tus modales

Nunca, nunca jamás pierdas la compostura. Evita prácticas incluso peligrosas como partir el marisco con los dientes y demás costumbres que puedan resultarle incómodas o desagradables a alguien. Y en cuanto a las temáticas de la cena, mejor si evitas hablar de ciertos temas como el monetario, el político o los entresijos familiares que puedan evolucionar en discusiones. No solo causarás una buena impresión ante tu familia, sino que también evitarás que esa persona que no le quita el ojo ni los dedos de encima al smartphone te acuse de “cuñadismo” ante todos sus seguidores de Twitter.

                                                                                                        
 

 






 











 

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