Redacción revista eSmás |
José Juan Vaquero, más conocido como JJ. Vaquero es uno de los cómicos y guionistas más destacados en nuestro país, pero también es un vallisoletano de cuna. Tanto es así que, aunque el humorista desarrolle su vida laboral en Madrid siempre duerme en su ciudad natal, donde vive con su familia.
JJ. Vaquero empezó muy tarde su carrera como cómico, pero su ascenso hacia el éxito fue meteórico. Saltó a la fama con varios monólogos en “El Club de la Comedia” y “Comedy Central”, pero rápidamente “El Hormiguero” de Antena 3 vio su enorme talento y lo fichó para su equipo de guionistas. Ahora, el vallisoletano es una figura pública de la televisión y la radio, donde colabora en varios programas como “Yu: No te pierdas nada” de Los 40 principales. Sin embargo, continúa siendo un cómico de pura cepa que recorre miles de teatros y locales, llevando su gran sentido del humor a todos los rincones de España.
Buenos días, Vaquero. ¿Cómo puedo llamarte? ¿Todo el mundo te llama por el apellido?
Sí, sí. Todos me llaman Vaquero. Lo de J.J como sabes que viene porque todo el mundo me llamaba Juan José pero en los carteles promocionales empezaron a aparecer nombres como Jose Luis, Pedro Antonio y entonces ya al final estos años me han llamado Vaquerito.
Vamos a empezar por tus inicios para conocerte un poquito más. ¿Cómo fue tu infancia en Valladolid?
Pues yo nací en el 73 en el Barrio de Las Delicias, tengo hermanos pequeños y mi padre es el mayor de 10 hermanos, entonces los hermanos pequeños de mi padre son prácticamente de mi edad. Entonces lo típico, descubrí que es una putada que es una putada que el interruptor del baño este fuera y cosas así. Pero poco más. Fui muy mal estudiante, muy malo, muy de hacer pellas, incluso con 9 años me pilló un control de la policía. Era muy de estar en la calle. Mis padres viven como a 300 metros de mis abuelos y por aquellos años un niño de 9 años decía me voy a casa de mis abuelos, me vuelvo a casa con mis padres, y en ese intervalo de tiempo yo aprovechaba para fugarme por ahí.
Según tengo entendido, estabas trabajando como camarero cuando unos amigos te inscribieron en 2002 en un concurso de monólogos.
Sí, más o menos. Yo ya tenía 29 o 30 años cuando pasó eso. Mi vida era ser camarero, no es que yo tuviera 19 años y estuviese trabajando de camarero mientras que encontraba algo de lo mío. Mi profesión era esa y trabajaba en el NH Hoteles. Mi jefe fue el que vio el anuncio de un concurso que había en el centro de ocio de Parque Sol, el Plaza creo que se llamaba, ya no existe. Lo vio en el Norte del Castilla y me apuntó. Yo amenizaba un poco las bodas, las reuniones... entonces él decía venga eso que haces con nosotros hazlo allí y cuenta unos chistes. Yo al final me bebí unas cuantas copas y acabé subiendo al escenario.
Entonces tu entorno más cercano si tenía claro desde un principio que tenías madera de cómico.
Bueno por ejemplo yo en mi grupo de amigos no era el más gracioso. Mi amigo Quique es mucho más, en una cena no le llego ni a las suelas de los zapatos, pero en cambio en el hotel sí. Sabes que a veces tienes varios grupos de amigos y en cada uno de ellos puedes asumir un determinado rol. En algún grupo como el de fútbol o el gimnasio pues si puedo ser yo el que cuenta todos los chistes, pero en mi grupo del barrio yo soy de los que se ríe, no de los que hacen reír.
¿Cómo empezaste en este mundillo de la comedia? ¿Cómo te fueron surgiendo las diversas oportunidades tras ganar este concurso de monólogos?
Aunque parece que todo ha pasado volando, ya han ido pasando muchos años. En ese concurso yo conocí a varios monologuistas conocidos de Valladolid y nos pasamos los números. Kike Matilla, Nacho García, Lolo Rodriguez... entonces ellos se iban organizando para actuar en diversos locales y yo empecé a escribir ya un material más serio porque mi primer monólogo fue la historia de que me estaba haciendo caca un día de fiesta por Valladolid y no encontraba un baño decente. Es que mis amigos además de apuntarme al concurso fueron de público, entonces jugaba en casa. Además el concurso lo gané porque con cada consumición se podía votar, entonces claro no es lo mismo tener un grupo de amigos veinteañeros que treintañeros.
Pero bueno como te iba diciendo, a partir de ahí fui haciendo cosilla en la radio local y así. Un día fui a una gala benéfica que era de magia y me invitaron y yo dije que si porque en una actuación de magos el monologuista gana, y viceversa. El que ofrece algo diferente al final... Yo al final no gané porque había un tío que hacía malabares con fuego, entonces claro.... lo único es que el bar era de madera y casi no estamos aquí ninguno. En ese momento estaban entre el público Trancas y Brancas y me pidieron el número por si un día Pablo Motos necesitaba a alguien en el programa. De aquella el formato estaba en Cuatro y era solo los domingos, pero bueno ya era un programa de éxito para mi que estaba en la radio local. Yo de hecho llegué a casa y le dije a mi mujer que me iba a contratar Pablo Motos. Pero no fue así. Pasó un tiempo y fue entonces cuando un día me llamaron de un número privado, que yo no suelo coger pero ese día me dio por cogerlo, y me dijo soy Pablo Motos. Y yo grité ostias y nada hicimos la entrevista y empecé a currar de guionista.
Pero en ese momento que recibiste la llamada ya trabajabas solo de cómico o seguías compatibilizando con la hostelería.
Pues no lo tengo muy claro. Porque yo, claro, llegó un momento que me empezaron a salir actuaciones y no podía ir por el trabajo, entonces me empecé a ver limitado y pedí una excedencia en el hotel porque claro me planteé que quizás tenía que dejarlo. Al final renové la excedencia hasta tres años. Yo creo que ya estaba en El Hormiguero cuando me llamaron del hotel para decirme que se me acababa y si quería renovar un año más, y yo venga sí, sí.
Has guionizado numerosos programas de El Hormiguero. ¿Qué porcentaje es guionizado y cuál es improvisado?
Bueno, pues hay más de lo que parece porque para empezar en el guion están las preguntas pero no las respuestas. Tú te pones a ver y el invitado no sabe lo que le van a preguntar y él va a contestar algo que no sabemos. Entonces la pregunta puede estar pensada, pero lo que salga a partir de ahí es otra cosa. Luego hay partes, secciones como la de Ciencia que se sabe lo que va a pasar pero no está guionizado como tal, no aparece en el pronter. Hubo una vez que fue Javier Sardá de invitado y estuvo ahí haciendo un poco el show y cogió a un cámara y le hizo que apuntara al pronter como diciendo que aquí todo lo que se decía era escrito. Y en ese momento por suerte ponía en la pantalla blablabla. Pero bueno lo que sí es que hay que pensar ideas, no todo es lo que hay escrito en el guion. Por ejemplo, si viene Fernando Alonso vamos a disfrazar a él y a Pablo de Mario y Luigi para que hagan una carrera. Cada uno piensa cosas y luego las exponemos en una reunión y decidimos entre todos cual es la que nos gusta.
En este caso como dices se trabaja mucho en equipo. Pero cuando preparas el guion de un espectáculo de tanto calibre como Los Goya ¿Tienes completa libertad para proponer lo que quieras? ¿O tienes que seguir unas pautas determinadas?
Es que el caso de Los Goya es especial. Yo he escrito tres veces la gala con un equipo de guionistas, pero fue una petición expresa de Dani Rovira que era el presentador de esos tres años. Entonces claro, aunque había un equipo y una coordinadora de guion, él me dio el chance de que yo le mandara a él directamente mis ideas, porque sabe lo malo que soy con la tecnología y somos colegas, hemos viajado mucho juntos y ya conozco lo que le gusta. Entonces yo ya sé que tipo de humor le gusta y se cómo va a querer tirar un chiste o si no se va a querer meter en ese jardín. Normalmente cuando te encargan un guion para una persona que no conoces pues lo haces y ya está, pero cuando lo haces para una persona que ya conoces pues tienes ese terreno ganado. Ya el tercer año, por ejemplo, no sabíamos que hacer para recordar a los ganadores que no extendieran con el speech, El primer año por ejemplo Dani Rovira hizo una genialidad que fue demostrar que en un minuto se podía agradecer a todo el mundo, e incluso incluyo en su agradecimiento a su profesor de flauta travesera. En la última no sabíamos que hacer y a mi se me ocurrió que se comiera una fabada en un minuto y a él le encantó la idea. Luego finalmente no se pudo hacer porque era imprudente, porque era al inicio de la gala y luego imagínate que le sienta mal.
Tu trabajo te obliga a pasar gran parte del tiempo en Madrid. ¿Cómo es tu vínculo con Valladolid?
Vuelvo siempre. Ya es muy raro que yo me quede a dormir en Madrid. Me he quedado el otro día porque ahora hay menos trenes con el tema 2020 , entonces estuve grabando un programa allí y acabé a las 19 pero ya no me daba a tiempo a coger el de las 20. Me dicen vives a caballo entre Madrid y Valladolid. Y yo digo no, no. Yo vivo donde duermo y donde van mis niñas al colegio. Y ahora lo tengo más claro todavía, uno vive donde estuvo confinado, entonces yo vivo en Valladolid.
No podemos despedirnos sin hablar de la crisis del coronavirus y en particular de cómo te ha afectado a ti esta pandemia. Ya sabemos que el sector de la cultura ha sido de los más tocados y tu como monologuista y cómico das muchos espectáculos en el teatro.
Pues me pasó una cosa el otro día que ya verás. Estaba hablando un poco de trabajo y yo ahora mismo estoy trabajando bastante. Incluso ahora en noviembre se estrena una peli en la que he participado y sin querer salió de mi boca la frase 2020 es mi año. Cuidado con la frase, es para tirarme al río y que me coma el cocodrilo, pero claro yo lo decía por el trabajo que me estaba yendo bien y no me di cuenta del contexto general que estamos viviendo. Además por aquel entonces aún había buen tiempo entonces aún podía actuar al aire libre, pero ahora con mal tiempo me empiezo a dar cuenta de que no se puede actuar. Los aforos son muy reducidos pero ya llega un punto que no puedes pensar ni en que salgan las cuentas, sino en trabajar y ya está. Porque lo que no puedes es estar parado que pierdes fuelle. En mi primera actuación después del confinamiento me quedé en blanco, no supe continuar y tuve que cambiar a otro monólogo. Entonces pues si actuar hay que actuar porque se pierde la chispa.
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