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José Zorrilla

Redacción revista eSmás |

Poeta y dramaturgo vallisoletano
José Zorrilla


“¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?” La frase que da comienzo a este reportaje es de sobre conocida, no solo por los vallisoletanos, sino por personas de todo el mundo. La historia de Juan y de Inés ha recorrido cientos de escenarios y se trata de la pieza más representada de la literatura española desde que se estrenó, en el Teatro de la Cruz de Madrid en marzo de 1844. Y su autor, José Zorrilla, uno de los pucelanos más conocidos.

 

Hijo de José Zorrilla Caballero, relator en la Real Chancillería y con una rígida moral conservadora, y Nicomedes Moral, una mujer muy piadosa, nació el 21 de febrero de 1817 en la entonces conocida como calle de la Ceniza, hoy Fray Luis de Granada. Allí vivió hasta cumplir los 8 años y tuvieron lugar sus primeros encuentros con lo sobrenatural, algo que le acompañaría a lo largo de toda su vida. Allí, con tan solo 5 años aseguró ver a su abuela Nicolasa, fallecida antes de que él naciese, y al diablo de San Miguel sobre la grupa del caballo de San Martín, galopando frente al domicilio familiar. En 1825 se mudaron a una casa en la corredera de San Pablo, conocida hoy en día como Angustias.


                                     
 

Poco después abandonan Valladolid para pasar cortas etapas en Burgos y en Sevilla hasta que se asientan en Madrid, donde comienza a estudiar en el Seminario de Nobles de los jesuitas. Fue en esa época en la que se empezó a interesar por la literatura, la oratoria, la esgrima y el dibujo, además de entrar en contacto con el teatro aficionado. También comienza a escribir los primeros versos y a aficionarse a la lectura, disfrutando a escondidas de títulos de Walter Scott, Fenimore Cooper y Chateaubriand.

 

Allí vive hasta los 15 años, momento en el que su padre lo envía a estudiar leyes en la Real Universidad de Toledo y donde se aloja con un pariente canónigo. Sin embargo, pronto queda claro que al joven Zorrilla poco le interesa el derecho y que le pierde su pasión por la poesía. Por ello, su padre decide obligarle a volver a Valladolid, para continuar allí sus estudios bajo la atenta mirada del rector de la universidad, Manuel Joaquín Tarancón y Morón, futuro Obispo de Córdoba.

 

"se hizo pasar por italiano para poder dibujar en el Museo de las Familias"
 

Sin embargo, ni eso valdría para que Zorrilla se centrase en los estudios. Su amor por el dibujo, las mujeres y la literatura, tras descubrir a otros autores como Alejandro Dumas, Victor Hugo, el Duque de Rivas o Espronceda. Fue esta la época en la que, además, descubrió que era sonámbulo, pues a veces se despertaba con un poema acabado que había dejado a medias la noche anterior o sin barba pese a haberse acostado con ella. Harto de que no hiciera nada, su padre lo manda a vivir a Lerma, donde estaba el domicilio familiar por aquel entonces, para empezar a trabajar en el campo. Sin embargo, de camino decidió huir y se fue a Madrid, donde empezó a frecuentar ambientes artísticos y bohemios.
 

 

En su periplo madrileño, además de pasar hambre, se hizo pasar por italiano para poder dibujar en el Museo de las Familias, publico en varios periódicos y pronunció discursos por los que tuvo que huir de la policía. Su salto a la fama llegaría en 1837, cuando su amigo Joaquín Massard le pidió que recitase unos versos en el entierro de Mariano José de Larra. Después de eso, su suerte cambio, hizo amistad con José de Espronceda, Antonio García Gutiérrez y Juan Eugenio Hartzenbusch, y comenzó a trabajar en El Porvenir y El Español, ocupando precisamente la vacante que había dejado Larra tras su muerte. Ese mismo año publica su primer libro, Poesías, que contenía además un prólogo de Nicomedes Pastor Díaz.

 

Un año después se casó con Florentina O'Reilly, una viuda irlandesa 16 años mayor que él con un hijo,y como dramaturgo empezó a disfrutar del éxito, estrenando en 1839 su primer drama en el Teatro Príncipe, titulado Juan Dándolo. Además, entre los años 1840 y 1850 publicó Cantos del trovador y llegó a escribir 22 obras en exclusiva para el Teatro de la Cruz, entre ellas Don Juan Tenorio.

 

Pese al éxito laboral su vida personal no iba bien encaminada. En 1845 deja a su esposa y se marcha a París, donde empieza a vivir una vida austera y, finalmente, a México. En 1846, tras la muerte de su madre, regresa a España, para ver el fallecimiento de su padre tan solo tres años después. Huyendo de su esposa, enfadada por sus múltiples líos amorosos, regresa a París y recibe múltiples reconocimientos, como su ingreso en la Real Academia o en la junta del Teatro Español.

 

Su periplo le llevaría de nuevo a México, donde pasó 11 años y, cuando regreso a España, en 1866, descubrió que su mujer había fallecido y tuvo que continuar malviviendo, debido a que no contaba con derechos de autor de la mayoría de sus dramas. Sus ingresos llegaban, sobre todo, de sus recitales y de ayudas como la del Ayuntamiento de Valladolid, que en 1884 lo nombró cronista oficial.

 

Precisamente esta ciudad que lo vio nacer fue en la que se asentó, definitivamente, en 1889. Tras ser operado en Madrid de un tumor cerebral en 1890, la muerte le llegaría en 1893 en un nuevo paso por el quirófano. Pese a que sus restos fueron enterrados en el cementerio de San Justo, en Madrid, en 1896 se cumplió su última voluntad de ser trasladado a Valladolid. En la actualidad, está enterrado en el Panteón de Vallisoletanos Ilustres del cementerio del Carmen.

 

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