Si tienes un gato, es habitual que veas que expulsa pelos por la boca que ha ido ingiriendo, pero este no es el único motivo por el que pueden vomitar ya que, en ocasiones, podemos estar hablando de algo grave si vienen acompañados de sangre o bilis. En el siguiente artículo definiremos que son los vómitos y las regurgitaciones, a qué se deben y cómo podemos evitarlos en algunos casos especiales.
Antes de nada, ¿qué son?
El vómito es la salida violenta del contenido digestivo al exterior del organismo a través del esófago y la boca. El vómito puede asociarse a patologías digestivas, renales, hepáticas, pancreáticas... Por otra parte, la regurgitación es el reflujo de comida, no digerida, y suele relacionarse con problemas esofágicos (megaesófago y otras patologías) o con conductas innatas de ciertos animales que la utilizan como una forma de alimentar a sus crías.
El vómito
Los vómitos no solo nos tienen que hacer pensar en bolas de pelo. Pueden ser síntomas de enfermedades digestivas, pero también no digestivas, por lo que deberíamos realizar todas las pruebas oportunas para llegar a un diagnóstico exacto si se convierte en algo habitual: análisis de sangre, de heces y de orna, radiografías, ecografías o una endoscopia, entre otras.
Cuando aparece sangre fresca muchas veces no es significativo, pues puede proceder de los esfuerzos del vómito causados en el esófago o la faringe. Si fuese sangre digerida (similar a los posos de café) nos indicaría lesiones en la mucosa gástrica como úlceras y/o erosiones por distintas causas, por lo que deberías hacer una visita al veterinario.
La relación entre el vómito y la alimentación
Debemos saber cuando se produce: si es inmediatamente después de comer o durante la media hora posterior, siete horas después de la ingesta... Si se realiza por la mañana temprano, con el estómago vacío, sería un indicativo de ayuno prolongado y estaría causando un reflujo biliar.
La regurgitación
Al igual que el vómito, puede suceder de forma inmediata tras la ingestión del alimento, tras unos minutos o pasadas varias horas, siempre y cuando el alimento no se haya digerido.
A diferencia del vómito, no va acompañado de náuseas ni de contracciones abdominales. Excepto si se trata de la regurgitación voluntaria de la madre para alimentar a los cachorros, este problema suele aparecer al existir cualquier patología que obstruye el esófago.
En los casos de alteraciones digestivas, es fundamental su alimentación. Si la regurgitación no se debe a problemas graves que requieren tratamientos quirúrgicos, una alimentación adecuada permite que el alimento transite correctamente por el aparato digestivo y sea digerido convenientemente.