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Prehistoria y Edad Antigua

Redacción revista eSmás |

El patrimonio arqueológico de Valladolid tiene una enorme riqueza que data de fechas prehistóricas. Hay indicios datables de restos arqueológicos en el Paleolítico Inferior, esencialmente Achelense, recogido en superficie en las terrazas cuaternarias del río Pisuerga, en Canterac, que actualmente es un gran parque situado a las afueras.
Prehistoria y Edad Antigua

La Edad de los Metales en Valladolid

 

También se han encontrado restos asociados a la Edad de los Metales, tanto de la Edad del Cobre y Edad del Bronce. De la primera se han encontrado restos de elementos vinculados a la cultura del vaso campaniforme, que son vasijas con forma de campana invertida y profusamente decoradas muy típicas de esa etapa. Muchos de los hallazgos se han encontrado en el entorno de la Catedral o en Huerta del Rey. Mientras tanto, de la Edad de Bronce se han descubierto cerámicas en los barrios de San Pedro Regalado y Arturo Eyríes, en la calle Arribas o en el entorno de la plaza de San Pablo.

 

Más allá de la Edad de los Metales, el resto de asentamientos posteriores datan de épocas prerromanas. En la zona existen yacimientos de los pueblos vacceos, que fueron pobladores de cultura muy avanzada que se asentaron en el sector central de la cuenca del Duero.

Están considerados dentro del grupo de los celtas peninsulares y su origen hay que buscarlo en los pueblos centroeuropeos.

 

La Valladolid prerromana y romana


Durante años, se creyó que Valladolid era la antigua Pincia, que era el máximo exponente de esta cultura en las cercanías, hasta que las excavaciones arqueológicas demostraron la verdadera ubicación de la ciudad vaccea en la actual localidad de Padilla de Duero.

En varias zonas del casco antiguo de la ciudad también han aparecido restos de la época prerromana y romana. Para empezar cabe señalar la importancia de la muralla vallisoletana, que fue probablemente edificada sobre una primera cerca primitiva levantada entre el año 710 y el 836. En la actualidad solo conservamos pequeños tramos que nos ayudan a recordar la evolución que nuestra ciudad ha experimentado, como los restos conservados en torno al Monasterio de San Benito y la calle Angustias.

La cerca primitiva abarcaba lo que por aquel entonces era el núcleo original de la ciudad, situado entre las plazas de San Miguel y del Rosarillo. Sobre esta fue construida una primera muralla durante el siglo XII-XIII por orden del Conde Pedro Ansúrez.

 

Con un perímetro de 2.200 pasos y realizada en piedra fue la más fortificada y tosca de las tres construidas, mientras que las posteriores (de los siglos XIV y XVII-XVIII respectivamente) sería más adecuado calificarlas de tapias o cercas, puesto que se iban ampliando y reconstruyendo parcialmente con materiales sencillos y baratos como el adobe.

Además de la muralla se han hallado mosaicos romanos, inscripciones, monedas y ladrillos en la antigua Puerta del Campo, en el entorno de las actuales calles de Santiago y María de Molina. Sin embargo, también se han descubierto restos en las afueras de la ciudad. Por ejemplo, en los alrededores del Monasterio de Nuestra Señora de Prado se descubrió en los años 50 una villa romana que acoge un amplio conjunto arquitectónico residencial señorial acompañado de mosaicos.

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